Antes de tener a mi hijo, mi suegra me había contado que por donde vivía había brujas. Me dijo que cuando mi esposo y su hermano eran bebés, siempre amanecían con moretones en los brazos y antebrazos. En una ocasión, incluso, mi suegra vio una marca de una mano en la pierna de mi esposo. Al principio, no le di mucha importancia a esto, pero cuando me junté con mi esposo y nos fuimos a vivir cerca de su mamá, todo cambió, ya que me ocurrió algo muy similar con mi hijo.
Cuando nació nuestro hijo, mi esposo y yo decidimos que bautizaríamos hasta que tuviera un año de edad, creo que fue uno de los errores más grandes que hayamos cometido, pues mientras esperábamos esa fecha muchas cosas horribles comenzaron a pasarnos.
Todo empezó de una manera entre comillas tranquila, mi esposo trabajaba muy cerca de casa y todos los días iba a comer a la casa a las 2 de la tarde y luego volvía a su trabajo, obviamente, comíamos con el bebé y todo normal, como una perfecta familia.
Pero siempre después de comer y de que mi esposo se iba a mí me empezaba a dar un sueño horrible, que yo atribuía a que recién había comido, me acostaba en mi cama con mi hijo y le daba pecho mientras lo abrazaba para que no se cayera, los primeros días no atribuí el cansancio a nada extraño, pero después de algunos días, comencé a tener sueños horribles.
Los primeros días soñaba que mi hijo caía debajo de la cama, al asomarme lo único que podía ver era un agujero por donde el caía el bebé.
Otro día soñé que al despertar mi hijo no estaba en mis brazos, lo buscaba por toda la casa, pero mi niño no estaba conmigo. Pensé que todo era debido al estrés, era mamá primeriza y sentía que cualquier cosa podría pasarle a mi hijo.
Pero después comencé a soñar con una señora, una señora de tal vez unos 30 años, que en mis sueños primero se asomaba por la ventana y se le quedaba mirando a mi bebé, pero de una forma tan aterradora, tan horrible, que yo del miedo que sentía me despertaba.
Otras veces la señora, estiraba las manos como queriendo alcanzar a mi bebé, y yo en mis sueños le gritaba que se alejara, que se fuera, y al despertar mi hijo estaba en la orilla de la cama.
Pero todo fue de mal en peor, pues muchas veces después de tener estos sueños horribles y despertar, a mi hijo le comenzaron a salir pequeñas marcas como de uñas y moretones, como si alguien lo hubiera tomado con mucha fuerza.
Yo intentaba no dormir por las tardes, pero no podía mantenerme despierta por nada del mundo, el sueño era tan intenso que donde quiera que me sentaba me quedaba dormida, buscaba los lugares más incomodos para no quedarme dormida, incluso llegue a meterme al baño con mi hijo cargado en la cangurera para evitar que se me cayera si es que me quedaba dormida y, aun así, sentada en la taza de baño me quedaba dormida y soñaba cosas horribles.
Esto fue en un lapso de unos 10 días, y no le había querido decir a mi esposo, pues hasta ese día todas mis pesadillas se las había atribuido al estrés, pero aquel día que mi hijo comenzó a tener marcas horribles, supe que no era solo sueños.
Al igual que yo, él se asustó mucho y le pidió consejos a su mamá. Mi suegra nos dijo que pusiéramos tijeras abiertas y un espejo cerca de la cuna. Cuando hicimos eso, funcionó por unos días y al menos por las tardes pude dormir tranquila, pero las cosas comenzaron a empeorar por las noches.
En nuestro cuarto, tenemos una ventana que da a la calle. Una noche, después de dormir y dejar a mi hijo en su cuna, una sensación extraña me hizo despertar poco a poco en la madrugada. Cuando desperté, lo primero que hice fue mirar hacia la cuna de mi bebé, todo estaba bien, así que con la mirada revisé el resto del cuarto, pues tenía una fuerte sensación de que algo me estaba mirando... Y si, justo al voltear hacia la ventana, vi a una mujer asomándose. Tal vez no me lo crean, pero cuando me vio, esa persona se ocultó rápidamente. Logré apreciar su rostro, era de una cara extraña y muy arrugada.
Me levante de un salto y cori a la cuna de mi hijo, lo tome en mis brazos y corrí de vuelta a mi cama, mi esposo que me escucho se despertó sobresaltado, le dije lo que había visto y le pedí que se asomara para ver si había alguien afuera, pero no, no había nadie, y es que llegar a esa ventana es prácticamente imposible, pues está en un segundo piso y por fuera no hay escaleras de ni pasillo, no hay donde posarse para mirar desde afuera.
Esa noche ya no pude dormir nada, me quedé en mi cama recostada abrazando a mi hijo con todas mis fuerzas. Desde ese día mi hijo se dormía con nosotros en la cama.
Otra noche, entre las 2 y 3 de la madrugada, me desperté de la nada, como por instinto y vi que un muñeco que poníamos cerca de la cuna mi hijo se estaba meciendo solo. Intenté no asustarme y justificar aquello que estaba mirando, pero es que no había viento y la ventana estaba completamente cerrada, por lo que no había ninguna razón lógica para que esto sucediera.
Solo abrace a mi hijo e intenté volver a dormirme, cosa que, por alguna extraña razón, logre fácil, me quede dormida tan profundamente que solo recuerdo despertar tan cansada y adolorida, no me podía apenas mover porque lo músculos de mis brazos estaban fatigados, adoloridos.
De pronto mientras asimilaba el dolor, vino a mi mente que mi hijo no estaba en mis brazos, no estaba en mi cama, así que lo busque desesperada, desperté a mi esposo gritando, que me ayudara a buscar al bebé...
Mi hijo estaba recostado muy cerca de su cuna, dormidito, con la paz con que duermen los bebés, justo a un lado de mi hijo estaba tirado el espejo que había puesto cerca de la cuna, levante a mi bebé y más allá de algunos moretones en sus bracitos, mi hijo estaba bien.
Ese mismo día preparamos todo para un bautizo, le explicamos a padre y bautizo de rápido a mi hijo ese día por la tarde. Mi suegra dice que mis brazos cansados de aquel día se deben a que con todas mis fuerzas intenté evitar de manera inconsciente que la bruja se llevara a mi hijo, que, a pesar de estar bajo el hechizo de sueño de aquella horrible señora, luche por salvar a mi hijo, al final lo que lo salvo, fue que de camino la bruja se miró en el espejo que había cerca de la cuna de mi hijo.
Después de bautizar a mi hijo, extrañamente las pesadillas dejaron de pasarme y a mi hijo ya no le aparecieron marcas en los bracitos, ya no volví a ver a aquella horrible señora por mi casa.
Fue una pesadilla vivir eso, y estoy convencida de que era una bruja la que pretendía llevárselo. Cada vez se acercaba más y más a él, y yo temía que algún día lo lograría si no hacíamos algo. Desde entonces, he mantenido una vigilia constante, protegiendo a mi hijo con todo lo que tengo.